¿Cómo Funciona un Alcoholímetro?
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Millones de personas consumen alcohol en todo el mundo, bien sea para brindar por una ocasión especial, celebrar, o sin motivo alguno, solo por placer. Simplemente, es una bebida completamente normal, o por lo menos lo es en la mayoría de los países del mundo. Sin embargo, todos conocemos las consecuencias de consumirlo en exceso, especialmente cuando se nos ocurre la “brillante idea” ingerirlo y luego conducir. Todo el tiempo nos enteramos de conductores que han sufrido un accidente de tránsito y poco tiempo después descubren que se encontraba en estado de ebriedad. El nivel de alcohol en su sangre estaba en 0.1, por dar un ejemplo, y lo permitido es 0.08.
No sé a vosotros, pero a mí me entró una gran curiosidad por saber qué significan esos números y la manera en la que los oficiales de policía utilizan este aparatito, el alcoholímetro, para descubrir y determinar cuán ebria se encuentra una persona. ¿Cómo puede saber por medio del aliento cuánto ha bebido una persona? Estuve investigando un poco sobre el tema, pero antes de responder esa interrogante, primero hay que entender, al menos de forma general, cómo el alcohol llega al torrente sanguíneo y al aliento.
El alcohol, en su estado más mínimo, está formado por diminutas moléculas de etanol, la cual es absorbida fácilmente por el estómago, y de ahí pasa a la sangre rápidamente. Como esta molécula es tan volátil y el cuerpo humano es caliente, en cada respiro, pequeñas cantidades de alcohol se convierten en vapor y llega hasta los pulmones y de ahí, al exterior en la exhalación. Por lo tanto, mientras más alcohol consumimos, mucho más se vaporiza, llega a los pulmones y exhalamos.
El alcohol es uno de los culpables más frecuentes cuando de accidentes de tránsito se habla. Por eso, los oficiales están aplicando la tecnología más avanzada para detectar la presencia de alcohol y el nivel de éste en un conductor sospechoso. Otros tests más convencionales, como caminar en línea recta o tocar la nariz pueden funcionar, aunque fallan con regularidad, ya que el sujeto aún podría estar por sobre el límite de alcohol en la sangre y representar una amenaza en la vía.
Funcionamiento
Dicho todo esto, nos preguntamos, ¿cómo funciona un alcoholímetro? ¿Cómo logra ser tan preciso? Y ¿qué reflejan esas lecturas en la pantalla? Los compuestos orgánicos (hidrógeno, cloro, nitrógeno, oxígeno y otros) se transforman fácilmente en gases, o vapores, pero, además, absorben la radiación infrarroja en diferentes longitudes de ondas. Por eso, dentro de un alcoholímetro hay un espectrómetro que está perfectamente calibrado para estar en la misma longitud de onda que el etanol y lo pueda absorber.
Si ya has pasado por la incómoda situación de tomar el test de alcoholemia, sabrás que hay que soplar dentro del alcoholímetro. Desde el primer instante en que soplamos, el aliento expirado entra en una pequeña cámara de muestra en el interior y el dispositivo comienza a analizar o escanear el aliento. Dependiendo de la gama del producto, pudiera testear entre 30 y 40 veces por segundo durante el tiempo que el sospechoso sople, o por lo menos, por tres segundos. De este modo, el gadget asegura poder realizar una lectura completa hasta el aire más profundo de los pulmones, por la simple razón que es donde se concentra la mayor cantidad de alcohol.
Solo después de soplar de esta manera es que el dispositivo puede determinar que la muestra ha sido recogida de manera exitosa y es el momento del siguiente paso: la calibración. No obstante, en ocasiones, una segunda muestra es requerida.
El siguiente proceso es mucho más interesante y es donde se aplica el ingenio. Cuando el aliento está almacenado en el interior de la pequeña cámara, un rayo de radiación infrarroja mide dicho aliento en compañía de un detector de radiación infrarroja ubicado detrás de la cámara. A continuación, el dispositivo emite una cantidad de radiación infrarroja determinada, y el detector se encarga de recoger cuanta de esta radiación ha sido absorbida por el aliento encerrado en la cámara. Lo que sucede después ya es cuestión de matemáticas: calcular la cantidad de alcohol presente en el aliento, precisamente 100ml de éste.
Después de semejante cálculo, el número se refleja en la pantalla del alcoholímetro y eso es todo. Dependiendo del resultado, el oficial de policía que haya decidido realizar la prueba procederá a detener o dejar seguir a la persona. Cabe destacar que la tasa de alcoholemia máxima permitida es de 0,08% en 100ml de aliento.
Por otro lado, un alcoholímetro pudiera detectar otras sustancias como el alcohol isopropílico, la acetona o el metanol si las cantidades presentes en el cuerpo son considerables. De ser así, se convertiría en un factor interferente arrojando como consecuencia una muestra defectuosa o imprecisa.
Con el fin de reducir el margen de error, el conducto o tubo desechable por el que se sopla se eleva a una temperatura determinada antes de utilizarse. De hecho, se trata de cumplir la ley de Boyle, de modo que la temperatura favorezca una lectura precisa en cada examinación.
Efectividad
¿Y si he utilizado un enjuague bucal a base de alcohol, existe la posibilidad de que aparato lo detecte? En realidad, también lo va a detectar. Lo que sucede es que el alcoholímetro puede saber que se trata de enjuague bucal o no, en caso de que se te haya ocurrido fingir para evitar una multa. Cuando apenas comienzas a soplar, el dispositivo comienza a escanear inmediatamente. En los primeros instantes, la concentración de alcohol será demasiado alta, pero a medida que sigue entrando aire, se evidenciará una notable caída. Esta especie de gráfica le advierte al gadget que los niveles de alcohol fueron muy altos solo al principio de la muestra. Obviamente, porque el enjuague bucal solo estuvo en la boca y no lo consumimos.
¿Se puede engañar a un alcoholímetro?
Simplemente, no. Por más que una persona se esfuerce en engañar de alguna manera al aparato, por ejemplo, al soplar a los lados, bloquear la entrada con la lengua, llevar un elemento extraño a la boca o cualquier otra barbaridad que se les ocurra, no se puede burlar. Bueno, sí hay una forma: no beber y conducir a la vez.